domingo, 22 de julio de 2012

Día 5: Las zapatillas perfectas




Sigo adolorida, pero mi existencia es menos patética que ayer. Mi entrenador me dejó la tarea de buscar unas zapatillas aptas para running. Me dio el dato de que en Irarrázaval existen varias tiendas de descuento de buenas marcas deportivas. Así que partí con todo mi espíritu deportivo un sábado en la mañana a buscar mis zapatillas. Tenía claro lo que quería: que fueran oscuras, ojalá negras para que sean combinables, tal vez con un toquecito de color, de preferencia no rosado y que fueran “piolas”, no muy recargadas.
Parece que ha pasado demasiado tiempo desde que me compré las últimas zapatillas deportivas. Al parecer, las dejaron de fabricar los siempre confiables humanos y hace rato que tienen outsourcing con Júpiter o algo parecido. ¿Qué onda las zapatillas? ¿Por qué son todas tan galácticas? Y las que no son galácticas son las clásicas zapatillas blancas que me cargan (por poco sentadoras, por “sucias” por ñoñas. Y en el caso de los machos ¿hay un look más feo que un hombre con jeans y zapatillas blancas? El mocasín se le acerca peligrosamente).
Además hay unos modelos rarísimos que parecen canoas con la planta grande como plataforma y redondeada hacia el talón. Son la nueva promesa de un cuerpo perfecto “con sólo caminar”. Mi entrenador ya me había advertido de “esas”  y me había pedido que no las comprara.
Después de probarme uno que otro par encontré unas que no me desagradaron tanto. Y a pesar que no cumplía con ninguno de los requisitos que mencioné antes, las encontré choras.  Son más bien blancas, medio galácticas y con harto rosado…ya sé. Todo lo contrario a lo que quería. Pero para toda la tecnología pipirisnais que tenían eran la mejor elección por precio y calidad.
Bueno el dato de David. Para alguien trapero esto es algo así como el paraíso. Para mí, que me carga en la misma medida comprar ropa y zapatos, fue un trámite exitoso. Ahora habrá que ver que dice el entrenador de mi nueva adquisición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario